Pensar la ciencia: una mirada desde diferentes prismas
El proyecto parte de la hipótesis de que las imágenes sociales de la ciencia afectan a cómo los individuos se relacionan con ella, y generan un abanico de actitudes que van desde el rechazo y la desconfianza hacia la institución científica hasta una suerte de fundamentalismo científico. Entre ambos extremos se sitúa una actitud crítica, equilibrada, en la que se asume que, más que respuestas absolutas, la ciencia plantea preguntas, genera beneficios, pero también plantea riesgos.
El proyecto parte de la hipótesis de que las imágenes sociales de la ciencia afectan a cómo los individuos se relacionan con ella, y generan un abanico de actitudes que van desde el rechazo y la desconfianza hacia la institución científica hasta una suerte de fundamentalismo científico. Entre ambos extremos se sitúa una actitud crítica, equilibrada, en la que se asume que, más que respuestas absolutas, la ciencia plantea preguntas, genera beneficios, pero también plantea riesgos. Esta hipótesis se ha puesto a prueba en una muestra de 2.700 personas, representativa de la estructura social de España. Fruto de este análisis, el 53% de los encuestados mostraron una actitud ambivalente ante la ciencia, valorando peor sus facetas positivas e identificándose con las negativas, especialmente con una ciencia instrumental al servicio de intereses económicos y políticos. Este grupo es ideológicamente más conservador, está más de acuerdo con creencias pseudocientíficas y puntúa más alto en populismo, individualismo, conspiracionismo y anti-intelectualismo. El 47% restante tiene una actitud positiva, en la que considera la ciencia un bien público; sin embargo, puede llegar a tener una perspectiva de la ciencia idealizada e infalible. "Estilos de pensar la ciencia: diagnóstico y prevalencia" es un proyecto de investigación coordinado por la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad (UICTS) del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y que ha contado con la colaboración de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y las universidades de Oviedo, Salamanca y Castilla - La Mancha.