El proyecto europeo IANUS busca fortalecer la confianza en la ciencia fomentando la participación social en la investigación. Esta participación debe realizarse dentro de un proceso cocreativo e inclusivo, sensible a los valores, las preocupaciones y las necesidades de la sociedad. A continuación, resumimos algunas reflexiones de su blog sobre la relación entre la comunicación científica y la confianza en la ciencia.
Cómo se relacionan la comunicación científica y confianza en la ciencia
La comunicación científica y la confianza en la ciencia están entrelazadas. En primer lugar, la comunicación científica puede fomentar o afectar a la confianza en la ciencia. Recorriendo el camino en sentido inverso, la confianza en la ciencia también puede ser un factor que afecte al éxito de la comunicación. Esto puede aplicarse tanto a la confianza general en la ciencia como en el personal investigador como comunicador.
Aunque una comunicación eficaz es necesaria para fomentar la confianza pública en la ciencia, desde IANUS advierten: resistamos la tentación de tratar la confianza únicamente como el resultado de una comunicación bien diseñada.
Si bien una comunicación bien elaborada contribuirá a la credibilidad percibida de la información, los públicos que otorgan o niegan la confianza en la ciencia son más que receptores pasivos a los que convencer de la credibilidad de un mensaje o una fuente. Las audiencias son individuos complejos con sus personalidades, valores, historias, predisposiciones y necesidades. Y estos factores determinan cómo responderá la gente en contextos específicos.
No podemos olvidar que la confianza es relacional. Y optimizar nuestros mensajes puede ser secundario si no tratamos a nuestro público con respeto. Un verdadero interés por el bienestar de aquellos a quienes pedimos que confíen en nosotros, por entender lo que les preocupa cuando no lo hacen, y la voluntad de comprometernos, reflexionar y asumir la responsabilidad de nuestra conducta son buenos puntos de partida para ganarnos la confianza.
Limitaciones
Aunque la comunicación científica desempeña un papel en la creación y el fomento de la confianza en la ciencia, conlleva importantes limitaciones.
En primer lugar, comunicar ciencia con el objetivo de reparar la confianza en la misma es contradictorio, ya que confiar implica cierta incapacidad para evaluar la información de forma independiente. Como herramienta alternativa más eficaz para reforzar la confianza, podríamos recurrir a formas participativas de comunicación científica.
En segundo lugar, reducir la desconfianza mediante actividades de divulgación es paradójico. Esto es porque las audiencias desconfiadas ya tienen una inclinación negativa hacia quien comunica. Las situaciones de gran desconfianza requerirán más mecanismos de reparación que la comunicación por sí sola.
Además, si una iniciativa de comunicación tiene una dimensión promocional o persuasiva, debe considerar sus aspectos éticos. Debemos reflexionar sobre la confianza que merece un científico que quiere persuadir a otros de que confíen en él: ¿qué se espera? ¿qué es aceptable? ¿qué es apropiado? También debemos tener claros los objetivos del intento de persuasión: ¿a quién beneficia? ¿podría haber conflictos de intereses internos? Incluso la promoción de una imagen fidedigna de la ciencia podría verse como una manipulación o un esfuerzo de las instituciones por conseguir sus objetivos estratégicos y perdurar su funcionamiento.
Por otra parte, el objetivo de fomentar indiscriminadamente la confianza hace que se pierdan oportunidades de prevenir el exceso de confianza, promover el pensamiento crítico o contrarrestar adecuadamente la desconfianza. Como vimos en una publicación anterior, una confianza acrítica en la ciencia puede tener resultados negativos. Desde IANUS abogan por un enfoque que distinga entre confianza y desconfianza y entre expresiones de confianza o desconfianza más o menos justificadas.
Por todo ello es fundamental que quienes inician la comunicación científica reflexionen sobre sus motivos y los resultados esperados, lo que puede contribuir a una práctica mejor y más ética. También lo es fomentar un enfoque más contextualizado que favorezca las actividades de comunicación que negocian cuestiones de confianza específicas. En definitiva, más allá de buscar la confianza del público en la ciencia, tal vez deberíamos preocuparnos por hacer que la ciencia sea confiable.